Delirios de mierda
De hoy no pasa que limpie el baño.
Como vengan visitas cualquier día de estos y vean cómo tengo el baño... Hay
que limpiarlo. Las marcas de pasta de dientes en el lavabo, las pelusas mojadas
y remojadas en el suelo de la ducha. ¿Es necesario limpiar la ducha? Si ya le
cae agua todos los días, ¿no? Qué guarrada acabo de decir, ¡claro que hay que
limpiar la ducha! ¿Venderían, si no, trescientos productos exclusivos para tal
cometido en el supermercado si no hubiera que hacerlo? Bueno, el capitalismo,
el consumismo… ¿Acaso no hay ahora mismo en el mercado productos para cubrir un
montón de necesidades que ni siquiera eras consciente de que tenías? Tengo que
limpiar el baño. Pero los pelos de los sumideros no los voy a quitar yo, no
puedo. Se me pone el estómago del revés. Es lo único en lo que me planto. El
resto del baño lo limpiaré yo. ¿Esperamos a alguna visita los próximos días? Creo
que no… Mis suegros, como mucho. Mis cuñados y mi sobrino, si no tienen planes,
tal vez se pasen. Como no sé si me dará tiempo a limpiar el baño, si veo que
proponen quedar intentaré desviar la reunión a su casa, o a cualquier bar del
pueblo. Todo menos que pisen este baño. La escobilla. Dios… Llevo un montón de
semanas pensando que tengo que comprar una nueva y ¡sorpresa! Aún no lo he
hecho. ¿Cada cuánto hay que cambiar la escobilla del váter? Ojalá existiera un
manual llamado Nociones Básicas Para Un Adulto
Funcional. Bueno, seguro que existe, ahora que lo pienso. Existe casi todo.
¿Tienes, en todo caso, que ir revisando quincenal o mensualmente la escobilla
para valorar cuándo es el momento de reemplazo? Y, ¿cuándo está suficientemente
sucia una escobilla? Y la pregunta del millón: ¿es mejor comprarla blanca o
negra? Una amiga me dijo que la comprara siempre negra, que era más limpio así.
A mí me pareció una antítesis de manual. La escobilla negra siempre estará más
limpia porque no se ve la suciedad. No he comprado escobilla alguna, ni blanca
ni negra, así que este debate interno no tiene sentido. Por ahora lo que tengo
es una escobilla sucia. O no. Ojalá existiera una app que indicara cuándo se debe cambiar la escobilla del váter. Me
la descargaría. Gratis, claro. No voy a pagar por una app sobre escobillas. Se debería llamar, si existiera, Una
Aplicación de Mierda. Tiene tirón. Cómo se nota que tengo formación en marketing. Espectacular. Tal vez me
anime y la cree. Por ahora, tengo que limpiar el baño: lo urgente nunca deja
tiempo a lo importante. ¿Quién cantaba esa canción?
Creo que era Fito y los Fitipaldis. ¿Limpiará Fito su baño? No lo creo. ¿De qué
color tendrá Fito la escobilla? Negra, no tengo ninguna duda. ¿Con qué producto
limpiará el espejo del baño? ¿Es el espejo un cristal? El limpiacristales del
Mercadona huele muy bien pero no limpia el espejo del baño. Seguro que es para
que compremos también el limpiaespejos, y seguramente ambos “flusflus” se encuentren bien juntos en
la línea del supermercado. No voy a volver a nombrar al supermercado ese, no me
pagan por ello, que me paguen si quieren que les haga publicidad. Sí, aunque
sea en mis pensamientos. Quién sabe quién podría estar escuchándolos. El caso:
el espejo está lleno de gotitas, de salpicones de agua, perfume, pasta de
dientes, desodorante… Fantaseo con la idea de no limpiarlo más. ¿Cuánto tiempo
se necesita para que deje de ser un espejo? Es decir, ¿cuánta acumulación de
salpicones hace falta para que dejemos de ver nuestro reflejo? Qué asco. Aunque
un curioso experimento para la ciencia. El espejo dejando de ser espejo. El
espejo, menudo invento. Aunque, ¿es un invento? ¿O simplemente es una piedra,
un mineral? Sea como fuere, es impresionante que podamos ver nuestra imagen,
¿no? Desde niña me ha alucinado. Pero ahora tengo que limpiarlo, y la ducha, y
el váter, y la escobilla. O cambiarla. Aún no he decidido si blanca o negra. Lo
consultaré con Jorge. Bueno, lo decido yo. Sería una consulta de mierda. Qué
creativa y escatológica estoy hoy. Joder. El cubo de la ropa sucia. Está a
reventar. Dije ayer que pondría la lavadora y empezó a llover. Hoy ha salido el
sol, subiré ahora y mientras tanto tomaré alguna decisión sobre el baño.
Pensándolo bien, no va a venir ninguna visita este fin de semana. Y oye, yo no
me pongo a juzgar la limpieza del cuarto de baño de nadie cuando voy a su casa.
¿Lo van a hacer con mi baño? Eso no se hace, no en la clase obrera, a la que
pertenezco. Y con orgullo. ¡Claro que sí!
No. En serio. De hoy no pasa que limpie el baño.
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