Si me preguntan, mi elemento es la tierra. Tierra firme, a poder ser. No me gustan las alturas y tampoco me siento cómoda bajo el agua. Cuando veo a la gente hacer deporte, sobre todo deportes extremos, soy incapaz de imaginarme qué les mueve para hacerlo, qué placer para mí totalmente incomprensible encuentran en jugarse la vida. Un amigo una vez me dijo que lo que buscaba era la adrenalina, la satisfacción de superarse a uno mismo. También me dijo que la vida nos la jugamos todos los días, y sin hacer puenting . Podríamos decir que me encuentro mejor quieta que en movimiento. Tal vez eso sea, ahora que lo pongo por escrito, un buen resumen de mi existencia. Mi padre cuenta, una y otra vez, la misma anécdota en las reuniones familiares; basta que haya una nueva incorporación a la mesa para que salga a relucir de nuevo. Relata cómo, siempre que íbamos al parque, vivía la misma angustiosa experiencia para un padre. Sentado en un banco cercano o de pie con los brazos cruzados, me ob...