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Mostrando entradas de marzo, 2025

Terrores nocturnos (microrrelato)

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Ella finge dormir . Se concentra en su respiración, ha de ser pausada, rítmica. Trata de mantener relajado todo su cuerpo; cualquier movimiento involuntario la delataría. Escucha cómo su depredador se remueve y olisquea en busca de su rastro. Siente cómo se levanta, lentamente, aún adormilado. Después quietud, silencio. Y entonces, el fin: nota su mirada en la nuca. Está perdida.  –Mamá, teta. Relatos en Cadena - Semana 21

La casa de mis abuelos

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Llueve sin parar desde anoche y hoy el pueblo ha amanecido escondido en la niebla. Ya casi tenemos el salón a punto y he encendido el fuego para celebrarlo. Me siento en la butaca de en frente y pongo los pies sobre el ladrillo; sé cuál es el lugar perfecto para entrar en calor sin riesgo de que una “purna” alcance mis calcetines. He hecho esto mismo tantas veces que es un ritual para mí. Recuerdo con especial cariño mi tediosa adolescencia cuando, en días de lluvia, llegar a casa con las zapatillas y el bajo del pantalón empapados era mi seña de identidad. — ¿Tienes que llevar arrastrando los pantalones? ¡Estás empapada! Trae, que te subo un poco el bajo —, me saluda mi abuela cuando me ve entrar. Veo que está preparándome la merienda y se me hace la boca agua. Voy notando el calor según me acerco al salón y ahí está, mi abuelo, seleccionando minuciosamente la leña. Desvía la mirada hacia mí por un momento y resopla. — Ya no hacen calzado como el de antes…Desde luego que os vend...

El tobogán

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Si me preguntan, mi elemento es la tierra. Tierra firme, a poder ser. No me gustan las alturas y tampoco me siento cómoda bajo el agua. Cuando veo a la gente hacer deporte, sobre todo deportes extremos, soy incapaz de imaginarme qué les mueve para hacerlo, qué placer para mí totalmente incomprensible encuentran en jugarse la vida. Un amigo una vez me dijo que lo que buscaba era la adrenalina, la satisfacción de superarse a uno mismo. También me dijo que la vida nos la jugamos todos los días, y sin hacer  puenting . Podríamos decir que me encuentro mejor quieta que en movimiento. Tal vez eso sea, ahora que lo pongo por escrito, un buen resumen de mi existencia. Mi padre cuenta, una y otra vez, la misma anécdota en las reuniones familiares; basta que haya una nueva incorporación a la mesa para que salga a relucir de nuevo. Relata cómo, siempre que íbamos al parque, vivía la misma angustiosa experiencia para un padre. Sentado en un banco cercano o de pie con los brazos cruzados, me ob...