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"E'to, ¿qué es?"

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  Estoy redescubriendo el mundo con mi hija. Más bien, lo estoy descubriendo. Y es que, por desgracia, no somos capaces de recordar esa primera infancia, la del asombro constante. Al igual que yo, ella, dentro de unos años, no se acordará de su primer chichón, de esa mariquita  corriendo por su mano o de la sensación de probar una fruta nueva. Sería maravilloso, ¿verdad? Imaginaos poder probar, ahora, de adultos, por primera vez la sandía, descubrir su sabor dulce, fresquito. Agarraos a esa mesa baja del comedor, poneos en  pie, con equilibrio, y echad a andar por primera vez, en dirección a los brazos de papá. La más  pura adrenalina. Visualizaos sobre ese charco, tras una tormenta de verano, saltando sin parar.  Qué felicidad. Llegar a tiempo, tras una serie de intentos fallidos, y ver la cara de expectación  de mamá, convertida en vítores y aplausos al escuchar, por fin, que estás haciendo pis en el  orinal. Orgullo. Coged una moneda, tal vez 25 pes...

Mamá

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No sé ir de compras sin mi madre. No sé hacer casi nada sin ella, en realidad, pero me aguanto. No voy a llenar este escrito de flores, como manda mayo, y a decir que todas las madres son tal o cual cosa maravillosa; hace tiempo que entendí que ni la familia es sagrada, y que te puede tocar una de pesadilla. Pero sí voy a hablar de mi madre. El primer acto de amor que hizo por mí fue pasarse un mes inmóvil en una cama de hospital: embarazo de alto riesgo. Luego vino lo de parirme. Qué brutalidad, parir. Nueve meses habitando su cuerpo y unas horas finales de coordinación absoluta para llegar al mundo. Luego parió a mi persona favorita en este mundo, mi hermana, y fue su segundo gran acto de amor hacia mí. Mi madre es eso: actos de amor. Uno tras otro, durante toda mi vida. Es el beso y el abrazo que necesito; el grito que me hace parar en el momento exacto. Son las palabras que no quiero oír pero que debo escuchar; el silencio, a veces cómplice a veces inquisidor, de quien mejor ...

Las amigas

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  Ayer por la tarde, en el parque, viví el reencuentro de mi hija con su amiga Noah. Llevaban dos semanas sin verse y, tras mirarse y reconocerse durante lo que nos ha parecido un largo minuto, se han abrazado riéndose y nombrándose. “Aldara”, decía Noah mientras la señalaba. “Noah”, respondía Aldara, haciendo lo propio. Mirándolas, entre risas, he sido inmensamente feliz. Ellas no lo saben aún —apenas tienen dos años—, pero las amigas serán el amor de su vida. No lo saben aún, pero con ellas tendrá sus primeras peleas por el columpio o el cubo de arena; después aprenderán a compartir y harán de ello un dogma para toda la vida. No lo saben aún, pero juntas pasarán por muchas asignaturas, profesores que les tendrán manía, exámenes más o menos fáciles, extraescolares y recreos. En verano, y quizás en alguna otra época del año, convivirán de campamento y, casi sin darse cuenta, se harán un poquito más independientes, con la inmensidad que eso conlleva. No lo saben aún, pero vivirán ...

Delirios de mierda

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  De hoy no pasa que limpie el baño. Como vengan visitas cualquier día de estos y vean cómo tengo el baño... Hay que limpiarlo. Las marcas de pasta de dientes en el lavabo, las pelusas mojadas y remojadas en el suelo de la ducha. ¿Es necesario limpiar la ducha? Si ya le cae agua todos los días, ¿no? Qué guarrada acabo de decir, ¡claro que hay que limpiar la ducha! ¿Venderían, si no, trescientos productos exclusivos para tal cometido en el supermercado si no hubiera que hacerlo? Bueno, el capitalismo, el consumismo… ¿Acaso no hay ahora mismo en el mercado productos para cubrir un montón de necesidades que ni siquiera eras consciente de que tenías? Tengo que limpiar el baño. Pero los pelos de los sumideros no los voy a quitar yo, no puedo. Se me pone el estómago del revés. Es lo único en lo que me planto. El resto del baño lo limpiaré yo. ¿Esperamos a alguna visita los próximos días? Creo que no… Mis suegros, como mucho. Mis cuñados y mi sobrino, si no tienen planes, tal vez se pasen...

Terrores nocturnos (microrrelato)

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Ella finge dormir . Se concentra en su respiración, ha de ser pausada, rítmica. Trata de mantener relajado todo su cuerpo; cualquier movimiento involuntario la delataría. Escucha cómo su depredador se remueve y olisquea en busca de su rastro. Siente cómo se levanta, lentamente, aún adormilado. Después quietud, silencio. Y entonces, el fin: nota su mirada en la nuca. Está perdida.  –Mamá, teta. Relatos en Cadena - Semana 21

La casa de mis abuelos

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Llueve sin parar desde anoche y hoy el pueblo ha amanecido escondido en la niebla. Ya casi tenemos el salón a punto y he encendido el fuego para celebrarlo. Me siento en la butaca de en frente y pongo los pies sobre el ladrillo; sé cuál es el lugar perfecto para entrar en calor sin riesgo de que una “purna” alcance mis calcetines. He hecho esto mismo tantas veces que es un ritual para mí. Recuerdo con especial cariño mi tediosa adolescencia cuando, en días de lluvia, llegar a casa con las zapatillas y el bajo del pantalón empapados era mi seña de identidad. — ¿Tienes que llevar arrastrando los pantalones? ¡Estás empapada! Trae, que te subo un poco el bajo —, me saluda mi abuela cuando me ve entrar. Veo que está preparándome la merienda y se me hace la boca agua. Voy notando el calor según me acerco al salón y ahí está, mi abuelo, seleccionando minuciosamente la leña. Desvía la mirada hacia mí por un momento y resopla. — Ya no hacen calzado como el de antes…Desde luego que os vend...

El tobogán

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Si me preguntan, mi elemento es la tierra. Tierra firme, a poder ser. No me gustan las alturas y tampoco me siento cómoda bajo el agua. Cuando veo a la gente hacer deporte, sobre todo deportes extremos, soy incapaz de imaginarme qué les mueve para hacerlo, qué placer para mí totalmente incomprensible encuentran en jugarse la vida. Un amigo una vez me dijo que lo que buscaba era la adrenalina, la satisfacción de superarse a uno mismo. También me dijo que la vida nos la jugamos todos los días, y sin hacer  puenting . Podríamos decir que me encuentro mejor quieta que en movimiento. Tal vez eso sea, ahora que lo pongo por escrito, un buen resumen de mi existencia. Mi padre cuenta, una y otra vez, la misma anécdota en las reuniones familiares; basta que haya una nueva incorporación a la mesa para que salga a relucir de nuevo. Relata cómo, siempre que íbamos al parque, vivía la misma angustiosa experiencia para un padre. Sentado en un banco cercano o de pie con los brazos cruzados, me ob...

Lo de las tetas

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Le he visto las tetas a muchos señores. La primera imagen que me viene a la cabeza es la de Luis Enrique, seleccionador de España, tras perder contra Japón en 2022. Le dedicaba unas palabras a su equipo y atendía a los medios sin camiseta y bebiéndose una lata de cerveza.  Siguiendo con la línea deportiva, mucho más actual, pienso en un Carvajal totalmente desbocado celebrando la victoria en la Eurocopa a pecho descubierto, tras la ristra de cánticos "muy españoles y mucho españoles" y un saludo bastante tímido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.  Y continuamos con más saludos protocolarios. Qué momento más impresionante cuando el rey Felipe VI entra en el vestuario de la selección Española a felicitar a los "chicos" y Nico Williams le da la mano (este sí) afectuosamente. Y, por supuesto, sin camiseta. Pero claro, está en un vestuario. ¿Qué iba a hacer? ¿Ponérsela? Qué campechano todo. Por último, no todo (aunque casi) va a ser fútbol. Recuerdo a ...

Partido ganado (microrrelato)

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Manuel decidió saltarse la merienda . Hoy que, por fin, los mayores le dejaban jugar, no podía abandonar el partido. Al llegar a casa, borró toda la felicidad de su cara y respiró hondo. Doña Rosa le esperaba con los brazos cruzados.  "¿Sabes cómo eduqué a tu madre? Si no lo quieres para comer, lo tendrás para cenar. Y así... ¡hasta el fin de los días! ¡O hasta que aprendas! Lo que ocurra antes" .  Cenó pan con chocolate y zumo de melocotón. Sin duda, era el mejor día de toda su vida. Relatos en Cadena - Semana 19   

Sobresaliente agridulce (microrrelato)

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Le dio la idea de embadurnar con aceite los escalones. "Pero del de girasol, ¿me oíste?", gritó desde la puerta. Mañana dejaría a todos sin palabras en el instituto. Esa réplica de la escalera de Hogwarts le había quedado perfecta y, ahora sí, luciría como ninguna otra maqueta. Tendría la mejor nota de la clase, lo sabía. Fue un sobresaliente agridulce. Quién iba a imaginar que su madre se daría cuenta. Cómo pensar que, haber optado por la otra garrafa, más brillante y dorada, virgen y extra, le dejaría sin paga durante todo el mes...  Relatos en Cadena - Semana 18